Un condenado a muerte. Un verdugo. Una ejecución.
Un número anotado en una tira de papel. Unas coordenadas o un enigma. Un sendero cifrado hacia el infortunio.
Sirviéndose de la esotérica técnica del esgrafiado, Thomas Ott extrae sus dibujos literalmente de la oscuridad para mostrarnos el otro lado, la cara oculta de la condición humana.
Una auténtica pieza de noir envenenado ante la que quedarse mudo.
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