Max al borde de un ataque de nervios

El confinamiento ha dado toneladas de “contenido” que nadie había pedido. Vergonzosos directos de Instagram (obviemos TikTok), vídeos de gente brasa tocando un violín en el balcón, bizcochos y panes caseros por un tubo y una lava de memes, chistecillos y chuflas rebosando los grupos de guasap como mierda volcánica e incontenible. Es probable, incluso, que algún escritor esté todavía pergeñando en su cubil la gran novela de la pandemia, con la que nos sacudirá…

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