No todo el que duerme sueña, como no todo aquel que sueña ha de estar forzosamente dormido.
Guerlain se ha mudado con su hijo Nisse a la enorme mansión en la que él mismo creció, un lugar de estancias todavía por explorar donde el tiempo y la memoria se han posado y ahora enredan con los ruidos del bosque, con las sombras entre los árboles, con los silencios repentinos de los pájaros…
Mientras Guerlain sufre noches de insomnio, algo entre aquellas paredes parece hacer entrado en comunicación con Nisse. Una presencia que tal vez les da la bienvenida, o que quizá suponga un peligro.
Es hora de escuchar lo que la casa tiene que decir.
Tras la grata sorpresa que supuso su novela gráfica Rosa, Gaëlle Geniller hace aquí otro alarde de su habilidad natural para la confección de mundos melancólicos de luces y atmósferas.
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