Ralf König nos descubre su faceta más dulce en este cuento de Navidad, un auténtico regalo tanto para partidarios como para detractores de las fiestas.
Al, terrier de pura raza, echa de menos su pasado aristocrático en casa de una señora que se lo ponía en el regazo y le recordaba a menudo que era un perro muy caro. Carísimo.
Roy, en cambio, no es más que un chucho. Sus intereses son ponerse ciego de pienso y olisquear culos, aunque no siempre le da la vida porque está gordo como un tocino y tiende a ramonear.
Roy y Al tienen cada uno su dueño, pero el dueño de cada uno está liado con el dueño del otro y ambos los dos mantienen conductas relajadas y abiertamente homosexuales. Un detalle sin importancia que a Al le inquieta y a Roy le pone tirando a cachondo.
Después de Prototipo y Arquetipo, Ralf König retoma su adaptación de la historia más grande jamás contada, espolvoreándole ahora al Nuevo Testamento el punto justo de irreverencia para conseguir un libro sensato, irónico y desmitificador donde el cristianismo se revela, por sí solo, invulnerable ante la lógica y la razón, pero muy adecuado para el humor.
Hay quien asegura que el humor alemán es un animal mitológico, pero nosotros tenemos la prueba de que existe. Y se llama Ralf König.
Ralf König nos presenta a su nuevo héroe: Ramón, un emigrante español de rompe y rasga en una Alemania que se derrite por sus Huevos de Toro.